Boca y la falta de inteligencia emocional para terminar con 11

El crecimiento de Boca desde que llegó Martínez es innegable. El equipo juega decididamente mejor, impone condiciones a los rivales, apuesta al juego ofensivo y se potenciaron jugadores: son algunas de las señales positivas que se le reconocen. Y eso alienta a pensar que el camino que está recorriendo es el que puede llevarlo a más triunfos que fracasos.

Pero la conformación de un gran equipo también obliga a la inteligencia no solo futbolística de quienes lo conforman, sino también a la capacidad emocional para administrar tensiones propias y ajenas porque se transforman en errores no forzados que modifican sensiblemente las posibilidades y resultados. Si se buscan antecedentes en otros equipos, se encuentra fácilmente,como la roja a Wilmar Barrios en la final de la Libertadores 2018, la que le pusieron a Rojo en semis de la Copa 2023 dejándolo afuera de la final, en la cual Fabra fue expulsado en el momento que a Boca se le abría una luz de recuperación ante Fluminense.

Si la lupa se pone como corresponde sobre este equipo, se verá que a la irresponsabilidad deportiva de Lema con Estudiantes, se suman las de Blanco con el Pincha en el partido de la fase de zonas de la Copa de la Liga y la de Medina ante Godoy Cruz. Jugar con uno menos es dar ventaja. Si luego se da la heroica, mejor, pero es decididamente otorgarle al rival mejores herramientas y limitarse uno mismo.

El mito de que en un grande como Boca hay más licencia para pegar quizá les hizo sentirse impunes, pero no funcionó porque los echaron igual. Que Marcos Rojo, quien suele jugar al límite del límite, sea el capitán quizá suene contradictorio con la búsqueda del control, pero lo van a tener que conseguir para que el camino elegido, que parece saludable y acertado, no sufra más desvíos evitables.